Para la artista, sus dibujos emergen de la confrontación entre lo que quiere y lo que obtiene; un salto hacia la incertidumbre entre el deseo de hacer y la impotencia de la realización. En el medio, el cuerpo oscilando. Cada línea es el trazo de un movimiento. El trabajo se construye por acumulación, color sobre color y línea tras línea. Los trazos son como puentes que unen orillas. Una trama que une fragmentos. La intensidad es un componente esencial de su trabajo y forma parte de una dinámica vital. La experiencia opera como un desplazamiento temporal: una diferencia que se instala en el continuo de lo real; un vacío que deja ver aquello que se esconde a la vista. El trazo del lápiz deposita su materia en los intersticios del papel, cubriendo el grano y si no lo hace, otro trazo lo cubrirá hasta saturar el papel.

El sonido hecho por el lápiz cuando toca la superficie del papel se convierte en un mantra, donde la repetición restaura el equilibrio. La línea es siempre la misma; se repite una y otra vez; el cuerpo se mueve, el brazo sube y baja. La mano soporta el lápiz y el color del lápiz es la diferencia. En el vacío del soporte, la artista construye un andamiaje de líneas y color, creando así su propio tiempo y espacio; donde cada espectador encuentra su metáfora.

El título de la serie "10 Billones de Líneas” es una frase genérica, un número imposible respecto a la cantidad de movimientos que ella necesita para crear un trabajo. Los dibujos no cuentan una historia, ellos carecen de narrativa. Son una sucesión de líneas que coexisten basadas en la proximidad. El sentido emerge en el acto de ver, en la mirada del espectador. Antes de eso no hay discurso.

In the artist’s words: “Her drawings arise from the confrontation between what she wants and what she gets; a leap into uncertainty between the desire to do and the impotence of doing it. The body, oscillating, is in the middle. Each line is the trace of a movement. The work is constructed by accumulation, color on color and line upon line. The strokes are like a bridge between two shores, a web that links fragments. Intensity is an essential component of my work and forms part of a vital dynamic. The experiential operates as a time shift: a difference that is installed on the continuum of reality; a gap that lets you see what is hidden from the view. The pencil tip releases material into the interstices of the paper, covering the paper grain; and if it does not, another stroke will cover this supporting skin.

The sound made by the pencil as it touches the surface of the paper becomes a mantra, which with repetition restores the balance. The line is always the same; it repeats itself again and again; the body moves; the arm moves up and down, the hand holds a pencil; and the pencil color is the difference. In the face of a support vacuum, the artist builds a scaffolding of lines and color, which create their own time and space and where each viewer finds his/her metaphor.

The title of the series "10 Billion Lines" is still a generic phrase, an impossible number regarding the number of movements she needs to create an image. The drawings do not tell a story; they do not have a narrative. There is a succession of lines that coexist based on proximity. The meaning emerges in the act of seeing, in the viewer's gaze, before that there is no discourse.